sábado, 26 de noviembre de 2016

MI CASA Y MI CORAZÓN

Yo no conocía la historia ni la poesía de Marcos Ana hasta que Óscar me habló de él como posible candidato a nuestros poemas de los sábados. Estaba en la lista de pendientes y hoy lo traemos al blog como nuestro pequeño homenaje a un poeta de una calidad extraordinaria que abandona noventa y cinco años de vida convulsa y a quien imaginamos feliz al finalizar su encierro; cuando por fin tuvo casa y liberó su corazón.

Este poema es un canto a la libertad. ¡Qué esperar de quien careció de ella durante tantos años! Este poema resume una filosofía de vida que también nosotros aplicamos: la casa abierta –como el mar– para dejar entrar el sol, el aire, el día y la noche, la luna, los pájaros y los amigos. 


(sueño de libertad) 
Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
  

Que entren la noche y el día, 
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.
  
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
  
Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire. 






Marcos Ana (1920-2016) se llamaba Fernando Macarro Castillo. Fue capturado por las tropas franquistas al final de la guerra civil y condenado a muerte por tres presuntos asesinatos en 1936 y 1937, asesinatos por los que ya habían sido fusilados varios presos antes. Se le conmutó la pena por 30 años de prisión. Durante sus años de cautiverio, adoptó el seudónimo de Marcos Ana, formado por los nombres de sus padres, y escribió una serie de poemas que encontraron eco en la opinión pública internacional y se alzaron voces como la de Pablo Neruda o Rafael Alberti pidiendo su liberación. Tras 23 años de prisión, se convirtió en el preso político que pasó más tiempo en las cárceles de la dictadura franquista. Desde su liberación en 1961 hasta su muerte, hace apenas dos días, no dejó de defender la amnistía de los presos políticos y el diálogo como única forma de alcanzar la paz y la justicia social. 


sábado, 19 de noviembre de 2016

LAS HOJAS MUERTAS

Es un privilegio vivir rodeados de árboles. Miramos por la ventanas: árboles. Salimos a trabajar: árboles. Árboles de hoja perenne que tienden sus hojas al cielo, desafiando el frío. Árboles de hoja caduca que tienden sus hojas al agua del estanque y al suelo de las avenidas, coloreando el otoño. Y de esto va el poema de hoy, de otoño, de hojas que caen, de una estación que se nos mete en la sensibilidad de mil formas, como recuerdo, como calor, como compañía. 





Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así –voluptuosa-
su letra breve te acompaña.





Ángeles Mora (1952) acaba de recibir el Premio Nacional de Poesía 2016 por su último libro y nos parecía que traerla a este blog era inevitable. Enhorabuena, Ángeles, por tu literatura emotiva y sencilla que nos conmueve y nos abriga en el frío de este otoño que a veces parece invierno. 


sábado, 12 de noviembre de 2016

SU CUERPO

¿Qué decir sobre esto?
Ante ciertas imágenes nos quedamos sin palabras.
Y cualquier charla está de más.



Permaneció de pie junto a la puerta,
vestida solo con una toalla
ceñida al cuerpo. Me miraba como
si quisiera que yo la devorase,
y eso acabó con mi resaca: el día
no podía empezar mejor. Me dijo:
“Me gustas mucho”. “¿Hasta qué punto?”, dije.

“Hasta este punto”, dijo, y la toalla
cayó al suelo. Y la charla terminó.







Luis Alberto de Cuenca (1950) es poeta, ensayista, traductor, editor y hasta letrista. Su nombre aparece en muchas ediciones críticas de obras clásicas de la literatura española y en 2015 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por su libro Cuaderno de vacaciones. Todo en su aspecto y maneras apunta a un señor bien serio. Seriedad en la corbata y en el gesto. Por eso no hemos podido resistirnos a sacarle los colores y difuminar su seriedad con esta travesura de su último libro.


sábado, 5 de noviembre de 2016

SONETO QUE CONTIENE UNA FANTASÍA CONTENTA CON AMOR DECENTE

Habrá quien lea sonetos como este y los sienta serios y trascendentes, traspasados por esa dignidad añeja que dan las cosas escritas hace unos cuantos siglos y de obligada lectura y enseñanza. Sin embargo, nosotros leemos a nuestra querida Juana y, por muy sor que se nos presente, la escuchamos burlarse con una agudeza irresistible de esos amores lisonjeros que mucho prometen y poco dan, la escuchamos con música alegre, un poco rumbosa, decirle a esa ilusión que qué más da lo que haga o deje de hacer: ella solita se basta y se sobra para imaginar amor y vivir de su fantasía. 





Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.





Juana Inés de la Cruz (1651-1695), recibe el tratamiento de "sor" porque quiso la fortuna –ella misma y su inteligencia– entrar en una orden monástica para seguir instruyéndose. Es el ejemplo más famoso y universal de una brillantísima mente femenina que aceptó el rol de monja para evitar el lugar y los roles que le habría tocado vivir en la sociedad de su momento –el cuidado de la familia y la crianza de los niños–. La Iglesia acogió así a una de las mejores poetas en lengua castellana de todos los tiempos y nos regaló la suerte de haber conservado sus textos, sin los cuales la historia de la mujer y la historia cultural mexicana se entenderían probablemente de otra manera, menos rica, menos completa, menos romántica.