Parece que estas son las fechas en las que uno quiere más. Pero no solo quiere más cosas, que espoleamos nuestro espíritu consumista sin darnos cuenta de otros sentimientos; sino que queremos más a los demás, a los otros. Y es una pena. Porque es tan bonito poder querer igual de intensamente cada día del año, que es como si desperdiciáramos nuestras fuerzas ahora derrochando un amor que parece ficticio. Con este poema incitamos a querer más, sí; a los demás, sí; pero siempre, por supuesto.
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Mario Benedetti, el autor que da nombre a la librería que nos acercó y que, desde siempre, nos ha enseñado, entre -sus- líneas, a querer más. A querer por encima de todo.
"Les amoureux", de Émile Friant (1863-1932) |