sábado, 12 de diciembre de 2015

ALGA QUISIERA SER


Cuando el pasado agosto pensamos en un regalo de boda para nuestros amigos Marta y Paul, lo vimos clarísimo: poesía. Pero no sólo poesía. La música de Óscar no podía quedarse atrás; así que la combinación entre el piano de Óscar y los poemas de los grandes clásicos, recitados por Patricia, resultaron ser la opción perfecta.

Empezamos con Benedetti, Jaime Sabines y Pablo Neruda. Aquellos tres poemas fueron el regalo. Pero pensamos que no queríamos abandonar un regalo así, que queríamos seguir regalándonos a nosotros mismos el tiempo de pensar en un poema, pensar en la música para ese poema, recitarlo y grabarlo juntos. Un regalo para los dos. Pero también un regalo para que otras personas disfrutaran de la música de Óscar y de nuestra opción literaria, además de los cuadros que el formato del blog nos permitía.

Lo de los sábados es un guiño. Un guiño al día de descanso, a la festividad, a la posibilidad de disfrutar del arte, la música y la poesía con un puñado más de tiempo con el que deleitarnos y deleitaros.

Empezamos con Ángel González. Y la explicación de la elección la añadimos al final del poema.



ALGA QUISIERA SER

Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento…

Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.


Ángel González. Sencillo, tímido, transparente. Escritor de una poesía humilde para leer en voz baja, para llevar escondida en los bolsillos y regalar sin pensar, como una sonrisa, un beso o una dedicatoria que perdure. Y cuando habla de amor, se queda un poco al margen. Y nos gusta así, reflexivo y delicado, sin buscar volcanes ni pasiones desmedidas, convirtiéndose en el paisaje para intentar llenarlo todo, sin invadir nada. 



J.M.W. Turner (1775-1851)
"Amanecer en el castillo de Norham"



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