sábado, 21 de enero de 2017

SONETO LXXXIII

Dormir mecidos por el balanceo de una barca, acogidos por el calor de un hogar que en la cama se vuelve un mundo completo. Descansar abandonados, escuchando la respiración compartida, un latido que al unirse con el otro forma un ritmo sencillo e íntimo, parecido al de las olas de un mar en calma deslizándose por la arena. Tenemos el privilegio de compartir noches y hogares donde sentirnos cerca. Un tercio de nuestros días, protegidos por la calidez nocturna. Y algo de eso se ve cuando, de día, caminamos por las calles y disfrutamos del sol gracias a la noche y el "sello de su sombra". 



Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche,
invisible en tu sueño, seriamente nocturna,
mientras yo desenredo mis preocupaciones
como si fueran redes confundidas.

Ausente, por los sueños tu corazón navega,
pero tu cuerpo así abandonado respira
buscándome sin verme, completando mi sueño
como una planta que se duplica en la sombra.

Erguida, serás otra que vivirá mañana,
pero de las fronteras perdidas en la noche,
de este ser y no ser en que nos encontramos

algo queda acercándonos en la luz de la vida
como si el sello de la sombra señalara
con fuego sus secretas criaturas.






Pablo Neruda (1904-1973) es el gran poeta del surrealismo, del compromiso político y del amor en castellano. Su obra no puede desligarse de su vida, porque vivió fundamentalmente para cubrir tres pasiones: la política, la poesía y el amor, y por eso las tres se entrelazan en sus poemarios dándonos una visión romántica y apasionada de un genio de las letras en español. Para todo el mundo hispanohablante, Neruda es un referente de poeta comprometido con el pueblo y su lucha. Su obra poética le valió el Premio Nobel de Literatura en 1945. 

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