sábado, 28 de enero de 2017

EL VIENTO SOBRE LA PIEL

Este poema no significa gran cosa hasta que llegan los dos últimos versos. Es entonces cuando lo volvemos a leer con otra mirada, con otra profundidad, y empezamos a ver símbolos donde antes no había más que viento. Algo parecido pasa con cada pequeña historia que vivimos. Mientras sucede no entendemos casi nada. Estamos demasiados inmersos en la inmediatez de las palabras, de los hechos: todo es viento. Y cuando termina, damos un paso atrás, y de repente vemos que ciertas cosas quizá significaban más, mucho más, que lo que en un principio creíamos.



El viento sobre la piel,
entre el cabello, en 
la boca, la nariz.
Los ojos desorbitados llenos de viento.
El viento sobre las casas,
las ventanas, las puertas,
colándose por las cerraduras;
entre los barrotes de los balcones
y en las grietas,
y por las callejuelas estrechas.

El viento que barre
las calles de la ciudad
y alborota tu pelo,
y el mío.

El viento que penetra cuerpo
adentro.

Y tú y yo caminando
contra el viento.



Montserrat Abelló (1918-2014), traductora y poeta, recibió en 2008 el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes y el Premi Nacional de Cultura por "su obra, que ha dado voz a la vida diaria de las mujeres con un lenguaje propio y la ha convertido en un referente vital y artístico para las más jóvenes". Da gusto descubrir la obra de una autora cuya obra apenas había tenido eco fuera de Cataluña. Su risa es contagiosa, su poesía es profunda y sencilla y transmite un sinfín de cosas buenas. 


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