Siguen diciendo que son necesarios, que es por nuestro bien, que así se sale de una crisis. Insisten en que confiemos en la solidez de sus medidas, en su capacidad para guiarnos por el buen camino. Mientras tanto, la gente se queda sin trabajo, sin casa, sin luz, sin calefacción, sin amigos, sin raíces y sin dignidad. Y ellos, los que confían tanto en sí mismos que ya no saben escuchar, ni ver, ni sentir, miran a través de su complacencia la devastación que produce su soberbia.
Recortarán el fuego
y no sabremos cómo arder en esta lucha.
Recortarán el agua
y olvidaremos la sed de crecer.
El modo de llorar.
Recortarán la piel de nuestras manos
y se lo aplaudiremos con la lengua.
Recortarán palabras
y asentiremos sonrientes, balido
a balido, pues somos su rebaño.
Recortarán nuestra hambre
y ya nos bastará comer en silencio.
Recortarán la muerte
y no tendremos noche en la que refugiarnos.
Recortarán la luz
y diremos que nunca había amanecido.
Raquel Vázquez (1990) es una poeta gallega asombrosamente prolífica. Tiene veintiséis años y ya ha publicado siete libros (seis de poesía y uno de narrativa). Sus poemas son a menudo herméticos, potentes, demuestran un dominio apabullante del lenguaje y una íntima madurez que encandila desde el primer verso.
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