domingo, 4 de junio de 2017

TRANVÍA

Juan Ramón Jiménez visitó Nueva York en 1916. Pensamos que debió de divertirle mucho la ciudad, porque en su siguiente libro, Diario de un poeta recién casado, publicó este texto hilarante y alocado sobre los neoyorquinos y las gafas que pululan por la ciudad. Hay cientos de poemas románticos, modernistas, sutiles, filosóficos o espirituales en la obra de Juan Ramón. Sin embargo, hemos escogido este porque su poesía también está en la intrascendencia de unas pantorrillas..., digo, de unas gafas. 


TRANVÍA
New York

GAFAS. Pantorrillas de fieltro alto, arrugado y fangoso. (Van al baile y son ellas solas la pareja.) Gafas. Ningún ojo claro. Mandíbulas incansables -¡qué cansancio!- que mascan goma, sin fin. Gafas. Borrachos sin gracia, que hacen reír risas de mueca a todo un mundo de dientes de oro, plata y platino. Gafas. Amarillos, cobrizos y negros con saqué blanco, es decir, negro, es decir, pardo y sombrero de copa de ocho... sombras. Gafas. ¡Cuidado! ¡Que me pisa usted los ojos! Mirada, digo, gafada sin vida. Gafas, gafas, gafas.



Juan Ramón Jiménez (1881-1958) es uno de los poetas españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX. Decidió abandonar la carrera de Derecho para dedicarse a la literatura, influido por Rubén Darío y los simbolistas franceses. Tuvo varias crisis de neurosis depresiva y permaneció ingresado en Francia y en Madrid. En 1936, al estallar la Guerra Civil, se exilió a Estados Unidos, de donde viajó a Cuba y, por último, a Puerto Rico. En este último país recibió la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.



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