Hace poco hicimos un viaje. Un viaje precioso por una tierra verde y rica que desborda cultura y naturaleza. Desconectados del mundo durante el día, nos despertábamos cada mañana con noticias de atentados, de muertos, de sangre. La misma Europa vieja y sabia se convulsionaba mientras nosotros nos dábamos la mano por sus calles llenas de gente. ¿Somos los únicos que vemos lo que tenemos delante? Este continente unido por siglos de historia, por una sensibilidad cultural y estética tan similar que hermana los pueblos de Lombardía con los de Kent en una misma fisonomía, no puede disgregarse en grupos de vecinos susceptibles y mal informados. Ni puede ceder al miedo que produce la violencia de quien no entiende que nos parecemos siempre mucho más de lo que nos diferenciamos.
De la mano por esta Europa convulsa pensamos un poco como Elvira Sastre en este poema. Seguimos vivos, a pesar de las fronteras que intentan levantar con el miedo.
Seguimos vivos en un mundo lleno de vida. En pie. Y eso es lo que cuenta.
Seguimos vivos en un mundo lleno de vida. En pie. Y eso es lo que cuenta.
El mundo se derrumba,
ya lo dijo Ilsa.
Sus límites hace tiempo que dejaron de ser unión
para convertirse en frontera,
el cielo perdió su azul
y la violencia llena ahora de gris la mirada
de quien osa mirar hacia arriba,
los golpes vienen de tantas direcciones
que el dolor ya casi no sorprende,
quienes se autoproclaman defensores del país
lo destruyen con cada palabra
-malditos aquellos que usan la palabra para engañar-.
Pero también es cierto
que millones de voces unidas
cantando lo mismo
suenan mejor que una mentira,
que una sonrisa de alguien a quien le han robado todo
vale mucho más que un billete en primera clase,
que no hay nada más poderoso
y bonito
que dos manos unidas en un terremoto.
Porque seguimos vivos,
de pie y todos juntos,
y eso les escuece.
Porque mientras ellos asesinan
surgen héroes que se atreven a plantarles cara
pese a que ellos les reciban con la mano abierta.
Pero la verdad es que tienen miedo
porque cuanto más aprietan la soga
menos manos les quedan para ahogarnos,
y llegará el día en el que se queden sin cuerda
y no tendrán quien les salve.
Que tiene más vida
el alma de quien no tiene nada
porque se lo han quitado
que el alma de quien tiene todo
porque lo ha robado.
Y al final de eso se trata,
de estar vivo.
"Porque el mundo se derrumba
pero nosotros nos enamoramos".
Elvira Sastre (1992) es una de las responsables del boom de la poesía en España y Latinoamérica en los últimos años. Siguiendo su estela, muchos poetas jóvenes (la mayoría de menos de 25 años) han publicado libros que han vendido miles de ejemplares y han acercado la creación poética a una generación que se ha adentrado en su vida adulta con una sensibilidad distinta. El amor, la injusticia social, la rebeldía como forma de buscar la propia identidad, son sus temas favoritos. Y sus poemas tienen la virtud de conectar con el lector a muchos niveles, con una cita, un verso, una imagen, como siempre han hecho los mejores cantautores, a pie de emoción.