sábado, 13 de agosto de 2016

LA ÚLTIMA HAZAÑA DE GRUÑETIGRE


Mi pasión por los gatos fue rápidamente aceptada y adoptada por Óscar, especialmente cuando nos fuimos a vivir juntos y me traje a Meiga en la maleta. Desde entonces, es otra de nuestras pasiones compartidas: reírnos con las gracias gatunas de Meiga y dejar que nos tome el pelo más veces de lo que a nosotros nos gustaría cuando se esconde, corre despavorida cuando le toca cepillado, etc. A través de mi pasión por los gatos –y gracias a mi pasión por la poesía de T. S. Eliot–, llegué hace un par de Ferias del Libro de Madrid a El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, lo que a mí me resultó una rareza y un hallazgo felicísimo. T. S. Eliot, uno de mis poetas favoritos, y los gatos, se unían en una combinación perfecta. 



Gruñetigre era un valiente que viajaba en una barca.
No ha habido gato más fiero que paseara su estampa.
Desde Gravesend hasta Oxford provocaba tanto horror
que fue por todos llamado del Támesis el Terror.

Su educación y apariencia no pecaban de exquisitas.
Pelaje cutre, arañado; le colgaban las rodillas.
Una oreja le faltaba, el porqué no preguntéis;
y a un mundo hostil su ojo mira, imponiéndole su ley.

Hasta los de Rotherhide llega algo de su fama.
Y en Hammersmith y Putney al oír de él temblaban.
Atrancaban gallineros, encerraban a los gansos, 
cuando corría el rumor: ¡GRUÑETIGRE ANDA DE PASO!

Tiemble el tímido canario que ha escapado de su jaula;
tiembla, cursilón caniche, si te enfrentas a su rabia.
tiembla, rata de los ríos, que acechas junto a las barcas.
Y tiemblen los demás gatos que osen alzarle la zarpa.

Aún mayor era su odio a los gatos extranjeros.
Nunca les daba cuartel a los gatos no europeos.
Los persas y los siameses temblaban en su presencia,
pues fue un gato siamés quien lo dejó sin oreja.

Era una noche de estío, a sentir todo invitaba
la luna brillaba suave, la barca en Molsey flotaba,
envuelta en el aire calmo se mecía en la marea.
Gruñetigre se sentía blando bajo las estrellas.

Su colega Grambuskín largo tiempo ha que ha marchado
a remojarse las barbas en un pub del verde Hampton.
Y el compadre Tumblebrutus ha puesto por medio tierra,
de una tasca en el trasero se sienta a aguardar su presa.

En la proa del velero Gruñetigre está ahora solo,
concentrando su atención en la dama Huesorroto.
Su tripulación dormía en barriles y jergones.
Y llegaron los siameses sigilosos en sus botes.

Piensa solo Gruñetigre en la dama Huesorroto.
Arrobada está la dama por el masculino tono.
–Dispuestos a disfrutar y sin esperar sorpresas–.
Mas la luna se refleja en cien ojos de turquesa.

Cada vez más y más cerca sampanes los rodeaban,
y el enemigo no hacía ruido que lo delatara.
Los amantes el dúo último cantan, ¡ay de sus vidas!
Cubertería de trinchar el enemigo esgrimía.

Ya Gilbert da la señal a su mongólica horda;
pólvora, pistoletazos; los asiáticos abordan.
Abandonaron los juncos, barcazas y los sampanes,
cerrando las escotillas –dormían los tripulantes–.

Ya Huesorroto da un grito pues estaba harto asustada.
Siento tener que admitirlo, mas supo esfumarse rápida.
Yo pienso que escapó bien, seguro que no se ahogó.
Pero un círculo de acero sobre el héroe se cerró.

Oleadas de enemigos avanzaban sin piedad.
Gruñetigre fue obligado por el tablón a saltar.
Quien a víctimas a cientos condujera hacia el hondón
al fin de todos sus crímenes fue obligado a hacer glup glop.

¡Qué alegría hubo en Wapping cuando las nuevas llegaron!
En Maidenhead y en Henley todos bailaban sin descanso.
Se asaron ratas en Brentford e incluso en Victoria Dock.
Y hasta un día de festejos fue declarado en Bangkok.




Es cierto que el T. S. Eliot (1888-1965) de este poemario no tiene absolutamente nada que ver con el místico, intelectual, vanguardista y surrealista autor de La tierra baldía Cuatro cuartetos, pero en él se trasluce buena parte de su vena irónica y humorística con la que también lo reconocemos. De lo que no cabe ninguna duda es de que el autor, que fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1948, es uno de los mejores poetas en lengua inglesa que vio el siglo XX.

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