La señora Julia (porque esta poeta es una gran señora) se sienta a la ventana y mira. Siente el viento y espera. Huele a su Andalucía en verano y anhela. Y piensa en todo lo que quiere. En todo lo que ha imaginado en los largos silencios entre poema y poema. En todo lo que vuela en las metáforas y nunca se hace realidad. Y que, en el preciso momento en el que la señora Julia se sienta a la ventana, solamente puede venir en el viento.
Así nos imaginamos a Julia Uceda. Cerca del mar. Oliendo a azahar. Hablándole al viento.
En el lagar pequeño de mi mano
zumo de esquilas y naranjos tengo.
La vida se derrama por mis brazos.
Ven en el viento.
Julia Uceda |
En el ala sombría de mi nuca
rumor de algas y de voces dejo.
Te abrirán los caminos de mi alma.
Ven en el viento.
Largos suspiros pasan. Me sacuden.
Ya mis hojas son pájaros huyendo.
El tiempo va de huida y pisa y tala.
Ven en el viento.
Julia Uceda (1925) es una decana de la poesía española. Hay silencio en sus poemas, silencio y un continuo echar la vista atrás buscando algo perdido. Perdido porque no se llegó a saborear. O perdido porque simplemente nunca existió. También hay silencio entre cada entrega de su obra. Once poemarios en más de medio siglo, con larguísimas temporadas de silencio. Y quizá sea ese silencio lo que condensa sus versos y les da inmediatez: la voluntad de decir algo urgente y a la vez profundamente meditado, para, después, volver a su silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario